Hace veinticinco años, Sir Fred Catherwood dio tres conferencias en Londres sobre Cristianismo Contemporáneo. Inició con la pregunta: ¿Una Europa unida puede funcionar? Luego habló de nacionalismo, patriotismo y cristianismo. Por último, habló sobre el tema “Hacia una mayor democracia”. Estos fueron publicados por InterVarsity Press en forma de libro, con algunos capítulos y apéndices añadidos como: ¿Pro-Europe?
A la víspera del debate sobre el Reino Unido, fracasé en encontrar mi viejo y maltratado ejemplar, así que lo compré a través de Amazon a un centavo, más gastos de envío. Se me hizo una lectura interesante a la luz del debate que está agitando incertidumbres y temores no sólo en Gran Bretaña sino en el continente y más allá.
Sir Fred falleció en 2014, después de una distinguida carrera en negocios, industria y política. Se desempeñó como vicepresidente del Parlamento Europeo (1989-1991) y luego como presidente de la Alianza Evangélica del Reino Unido (1992-2001). Sin saberlo, Sir Fred me guió a través de sus libros y charlas en los inicios de los años 90, cuando yo estaba buscando a las “madres” y los “padres” con el corazón de Dios por Europa, en mi nuevo cargo del liderazgo de JUCUM Europa.
Aunque muchas cosas han cambiado en lo que va de este siglo (la Unión Europea, después llamada la Comunidad Europea, tenía sólo doce miembros y el euro aún no estaba en circulación) Sir Fred ya se estaba refiriendo en aquél entonces a algunos asuntos intensamente disputados hoy sobre Gran Bretaña y “Europa”.
Aquí hay algunos pasajes de su capítulo sobre el nacionalismo, el patriotismo y el cristianismo.
El nacionalismo causa división
Sir Fred: “¿Por qué, a veces, Gran Bretaña ha sido vencida en las votaciones 11 a 1 en las Cumbres Europeas de los líderes de la Comunidad? Acaso los intereses británicos eran de alguna forma distintos a los de los once países, incluso de parte de sus amigos cercanos? O es que ¿había algo de “factor X” en el trabajo en Gran Bretaña y no en los otros once estados miembros?”.
“Creo que hubo y hay un “factor X”. Se llama nacionalismo. No creo que la mayoría de la gente en Gran Bretaña sea nacionalista. Ciertamente, no es la generación más joven, pero es evidentemente un factor mucho más potente en nosotros que en los otros miembros de la comunidad”.
Es fácil reconocer el nacionalismo en otros países, pero es mucho más difícil verlo en nosotros mismos. Cuando la señora Thatcher pronunció la conferencia anual en el Colegio de Europa en Brujas, Bruselas, en 1998, nuestros colegas en el Parlamento Europeo la consideraron nacionalista. Su objeción más fuerte no era que defendiera la necesidad de mantener una identidad nacional (con lo que todos estuvieron de acuerdo) pero su alegación central era que la identidad nacional de Gran Bretaña estaba bajo ataque. Esto olía a la típica retórica nacionalista que siempre tiene que encontrar un enemigo externo. Dado que ninguno de ellos creía que sus identidades nacionales estaban siendo atacadas, vieron esto como una agitación deliberada y peligrosa de sentimientos nacionalistas con fines políticos. Éstos no confundieron el nacionalismo con el patriotismo”.
“El nacionalismo suena bien entre nuestra propia gente, pero tiene un sonido muy diferente y mucho más hostil con los vecinos de junto. El nacionalismo, como el racismo, es separatista y divisorio. ‘Inglaterra para los ingleses’, conduce a ‘Escocia para los escoceses’, ‘Gales para los galeses’, e ‘Irlanda para los irlandeses’. Después de veinte años de muertes en el Norte de Irlanda, el nacionalismo ya no parece tan buena idea en Irlanda, mucho menos la igual u opuesta reacción a ésta”.
El patriotismo es inclusivo
“Nuestros socios de la comunidad creen que el patriotismo es el amor por el propio país y la voluntad de servirle. Eso no es suficiente para el nacionalismo que necesita enemigos. El patriotismo es racional. Se trata de encontrar intereses comunes con otros países para lograr juntos lo que no se puede lograr por sí solo. El nacionalismo es irracional; tiene la desconfianza profunda de los extranjeros y huele a sospecha. Patriotismo da al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. El nacionalismo quiere lealtad total porque es más que política: es una religión. El patriotismo es inclusivo; un patriota español puede ser un buen europeo. El nacionalismo es exclusivo y aislacionista y no siente ninguna necesidad de hacer amistad. Su lema es un conservador y orgulloso: solo nosotros”.
“Al ver el propio país a través de los ojos de otros, hace más visible el nacionalismo inglés que antes no era tan notorio. El nacionalismo no es, como aquellos que argumentan, un asunto de protección de los intereses británicos, es una creencia religiosa en la que la Bandera de la Unión (Union Jack) o la cruz de San Jorge se convierten en el emblema religioso. Todavía nos queda una resaca de la propaganda irracional y anti-europea que se ha transmitido al pueblo británico durante la mayor parte del tiempo desde que nos hicimos miembros de la Comunidad (1973) y que persiste todavía. Este antagonismo so sirve a los intereses británicos, en cambio, deja a Gran Bretaña al margen”.
¿Qué tanto de las preocupaciones de Sir Fred siguen siendo relevantes en el territorio británico al día de hoy? ¿Es acaso parte de lo que el público británico tendrá que decidir en 17 días? Mi interés es saber en cuánta parte Sir Fred se refería también a otros miembros de la UE en la actualidad, donde el desagradable espectro del nacionalismo está resurgiendo.
Hasta la próxima semana,