Francia se ha convertido hasta ahora en el más reciente y grande país europeo en adoptar el Modelo Nórdico de combate en contra de la prostitución, condenando a los clientes y no a las prostitutas. Si bien, la controvertida legislación tomó más de dos años en pasar por el parlamento, a inicios de este años, la votación final fue abrumadora: 64 votos a favor, 12 en contra y 11 abstenciones.
Seguido de multas de hasta 3,750 euros, los infractores tendrán que asistir a los cursos que describen las condiciones en las que trabajan las prostitutas. El diputado socialista francés, Maud Olivier, quien patrocinó la legislación, dijo que el 85% de las prostitutas en Francia son víctimas de trata.
En 1999, Suecia fue el primer país en tipificar a los clientes en lugar de a las prostitutas. Poco después de que la prostitución en las calles se redujera a la mitad de los niveles anteriores, Noruega (2008) e Islandia (2009) siguieron el mismo ejemplo de su vecino nórdico. En el 2014, Irlanda del Norte se convirtió en el primer país británico en adoptar ese modelo.
La nueva ley francesa está alineada a un acuerdo del Parlamento Europeo de 2014, que pide a países de la UE reducir la demanda de prostitución con el castigo a los clientes. La prostitución viola la dignidad humana y los derechos humanos, declara el acuerdo. Y llama a los estados miembros a encontrar estrategias de salida y otras fuentes de ingreso para las mujeres que desean abandonar la prostitución.
Mary Honeyball, miembro del Parlamento Europeo con el Partido Británico del Trabajo, redactó el acuerdo argumentando que la legalización de la prostitución en Holanda y Alemania ha sido algo desastroso. Se necesitaba un enfoque más adecuado, donde se castigara a los hombres que tratan a las mujeres como mercancía, pero sin criminalizar a los que son movidos a trabajar en la prostitución. Hizo un fuerte llamado para que “el Parlamento Europeo sea lo suficientemente ambicioso para enfrentar la prostitución, en lugar de aceptarla como parte de la vida”.
El modelo nórdico reconoció la relación entre la prostitución y el tráfico sexual. La demanda de servicios sexuales alimentó el tráfico sexual; si se reduce el mercado de la prostitución, reducirá la trata de personas. Un reciente estudio publicado por la Escuela de Economía de Londres, muestra que en 150 países, la legalización de la prostitución condujo a la expansión de este mercado y al aumento de la trata de personas.
Pros y contras
Es comprensible que la industria del sexo se sienta amenazada. En las calles y en los medios de comunicación, profesionales del sexo y activistas de grupos de presión afirmaron que la legislación hizo el trabajo sexual más peligroso. Una prostituta lo demostró con la bandera “No me liberen, yo me cuidaré sola”.
Maud Olivier anticipó este hecho preguntando al parlamento: “¿Es suficiente que una prostituta diga que es libre de esta esclavitud para que sea aceptado por los demás?
Otros argumentan que criminalizar a los clientes disminuye la probabilidad de que éstos puedan informar sobre las condiciones laborales de la trabajadora sexual, y al contrario, éstas tendrán que arriesgarse más para proteger a los clientes de la penalización, llevando la prostitución hacia la clandestinidad.
Revisando los reportes de la prensa sobre la nueva legislación en Francia, leí a expertos discutiendo los pros y los contras sobre un aparente intento de imparcialidad periodística. Sin embargo, no he encontrado a ningún periodista indagando sobre lo que tienen que decir los suecos con sus más de dieciséis años de experiencia en este tema.
Kajsa Wahlberg, una reportera sueca en actividades en contra del tráfico humano, no tiene dudas acerca del éxito de este modelo. La prostitución y la trata han disminuido significativamente. La violencia a las prostitutas no ha aumentado y tampoco la prostitución se ha vuelto clandestina.
En una conferencia del 2010, en El Haya, Wahlberg dijo a los funcionarios holandeses que una investigación especial sobre los resultados de diez años de la legislación, no reportaban evidencia de aumento de la violencia o de prostitución clandestina. Entre 1998 y 2003, el número de prostitutas en el país se redujo un 40%. Los clientes de sexo masculino y nacionalidad sueca, habían pasado de un 13,6% en 1996 a sólo un 7,8% en 2008.
Un mal mercado
“No tenemos problema con las prostitutas. Tenemos un problema con los hombres que compran sexo”, dijo Wahlberg. Sin la demanda de servicios sexuales, la industria de la prostitución y sus redes podría dejar de operar. Este mercado cerraría por completo.
Wahlberg añadió: “Los criminales son hombres de negocios; calculan los ganancias, los factores de comercialización y los riesgos de ser descubiertos antes de invertir tiempo y dinero en la venta de mujeres en un lugar determinado. Nuestro trabajo es hacer todo lo posible para crear un mal mercado para los traficantes. La prostitución no puede realizarse de manera clandestina, ya que el beneficio de los traficantes, proxenetas y otro tipo de operadores depende, por obvias razones, del fácil acceso a las mujeres”.
Gracias a la obtención de grabaciones de diversas redes del crimen organizado–ésta añadió– la policía supo que para estos grupos, Suecia es un mal mercado, y por tanto, prefieren países donde la prostitución está legalizada o es tolerada.
Wahlberg dijo a su audiencia en La Haya: “Queremos crear una sociedad en la que se protegen los derechos humanos de todas las mujeres y niñas. Quiero animar a otros países a hacer lo mismo, porque entonces vamos a poner fin a la trata de seres humanos con fines sexuales”.
El próximo mes en el State of Europe Forum en Amsterdam, Jennifer Tunehag, de la European Freedom Network (Red por la Libertad Europea), llevará a cabo un taller sobre la trata en Europa al día de hoy, y lo que las iglesias y organizaciones cristianas pueden hacer para poner fin a este mal.
Hasta la próxima semana,