“¿Qué ha hecho el cristianismo por mí? Preguntaba un comediante escocés en televisión. Esta pregunta la repitió nuestro guía en Edimburgo esta semana mientras viajábamos en nuestro Tour de Herencia Celta por Irlanda, Escocia e Inglaterra, y nos llevaba por el Royal Mile, desde el castillo hacia la catedral de St. Giles.
Disfrazado como el misionero celta St. Cuthbert, Paul James-Griffiths, bombardeó a nuestro grupo de 15 viajeros con historias y anécdotas, datos y cifras sobre el papel en que los cristianos y el cristianismo desempeñó al dar forma a las leyes, a la democracia, a la ciencia, a la medicina, a los derechos humanos, a la educación, a la asistencia médica y a las reformas sociales en Escocia, Gran Bretaña y más allá.
Empezó con la llegada de los cristianos a lo que ahora llamamos Escocia. Ninian, al ser uno de los primeros en construir una iglesia de piedra al norte de la muralla de Adriano, en el 397 d.C. Kentingern (Mungo) fundó una iglesia en lo que él llamó Glas-gu (amada iglesia). El lema de Glasgow hoy todavía es: Señor, permite que florezca Glasgow a través de la predicación de Tu Palabra y la alabanza de tu nombre. Más tarde llegaron otros misioneros celtas, como Columba, fundador de Iona; Aidan, fundador de Lindisfarne, y Cuthbert, quien solía predicar cerca del castillo.
Siglos más tarde, John Knox se convertiría en la figura central de la reforma escocesa, trayendo ideas de la Ginebra de Calvino a Edimburgo. El modelo de gobierno de la iglesia, donde los líderes son elegidos por sus miembros, se convirtió en el modelo para el Parlamento democrático. Paul citó un dicho sobre Knox, diciendo que «el legado que dejó a Escocia fue el de ser un estado democrático; el del cuidado de sus miembros más débiles, con educación gratuita a disposición de todos. Uno de los más grandes arquitectos de la democracia en Escocia fue el reverendo Samuel Rutherford (1600-1661), cuyo libro Lex Rex (La ley es el rey) desafiaba los derechos “divinos” de los reyes (Rex Lex – el rey es ley).
Libertad
Paul explicaba que en el continente, la Reforma abrió el camino para la investigación, para la libertad de conciencia y de expresión. Los cristianos creían que Dios había hecho un universo ordenado y que la naturaleza debía ser examinada cuidadosamente para aprender de ella e inventar cosas para el beneficio de otros. A partir de este entendimiento surgieron grandes pioneros científicos que eran creyentes devotos, incluyendo Kepler, Newton, Pascal, Boyle y Euler.
Esta tradición continuó en Edimburgo, y produjo científicos creyentes como John Napier (1550-1617), inventor de los logaritmos; Thomas Young (1773-1829), que mostró cómo la luz actúa como una onda; Sir David Brewster (1781-1868) inventor del caleidoscopio y que sentó las bases de la tecnología láser; y James Clerk Maxwell (1831-1879), considerado en 2010 como el científico más grande de Escocia, héroe de Einstein, y fundador del Laboratorio de fama mundial, Cavendish, en Cambridge. Sin Maxwell, pionero de nuestra revolución tecnológica, Paul duda de que hubiéramos tenido, por ejemplo, televisores, ordenadores, teléfonos móviles y máquinas de rayos X. Otros creyentes, fueron Sir James Young Simpson, pionero de anestésicos; Señor Joseph Lister, el padre de los antisépticos; David Octavius Hill, Robert Adamson y Sir David Brewster, quien fue pionero de la fotografía moderna.
La educación gratuita fue iniciada por los cristianos en Escocia, como en muchos otros países europeos. Las cuatro universidades escocesas más antiguas fueron fundadas por la iglesia (St. Andrews, Aberdeen, Glasgow y Edimburgo). Un movimiento de protesta que inició en Edimburgo por parte de protestantes no-conformistas, exigía la libertad de religión, de éstos, 18.000 fueron asesinados por el estado, lo que condujo a la Declaración de Derechos y la reclamación escocesa de la Ley de Derecho de 1689, que inspiró el proyecto de Carta de Derechos de los Estados Unidos de 1789.
Superstición
Sin embargo, había otra cara de Edimburgo, la cual convirtió en un centro para el avivamiento de la filosofía griega, llamado la Ilustración. Edimburgo se hizo conocida como la Atenas del Norte. Dos estatuas cercanas entre sí, en la Royal Mile, representan dos hijos de la ciudad, cuya influencia se volvió global: Adam Smith (1723-1815) padre fundador del capitalismo, era el mejor amigo de David Hume (1711-1776) quien se hizo conocer como el padre de la Ilustración.
Mientras observábamos la imagen de bronce de Hume, vestido en una túnica griega, Paul señalaba la tabla que el filósofo sostenía en la mano con un pie apoyado encima del otro. El escultor había dejado deliberadamente las tabletas en blanco, lo que sugiere que los “Diez Mandamientos” quedaban anulados. Hume mismo había escrito en su Tratado que «toda distinción entre la virtud y el vicio es meramente imaginaria” y que “la justicia no tiene ningún fundamento mas que lo que contribuye a la ventaja pública”.
A menudo considerado por los contemporáneos como un ateo, Hume no siempre fue coherente en lo que escribió acerca de religión, pero fue claramente poco ortodoxo para la Iglesia de Escocia, a considerar por los cargos de herejía en su contra. El renacimiento de la filosofía griega antigua le llevó a desarrollar explicaciones naturalistas del universo, sin necesidad de un Dios, allanando el camino hacia la era moderna de la incredulidad.
Mientras estábamos escuchando a Paul, varios transeúntes se acercaron a la estatua y frotaron sus manos sobre los pies de bronce de Hume, desapareciendo posteriormente entre la multitud. Una tradición se había desarrollado entre los estudiantes, explicó Paul, que el tocar los pies de Hume traía buena suerte durante los exámenes. Bueno, algo tenía que llenar el vacío espiritual.
Hasta la próxima semana,