¿Un giro histórico?

junio 5, 2016

El Papa Francisco está haciendo historia en la iglesia, con radicales innovaciones en las relaciones ecuménicas con las denominaciones evangélicas, pentecostales y carismáticas. Como primer Papa latinoamericano está rompiendo con el espíritu europeo que da prioridad a la teología y a la doctrina. En cambio, busca primero establecer relación con todos los que aman a Jesús y que están abiertos al Espíritu Santo.

Estos puntos de vista se compartieron en una reunión informal de líderes, a la cual asistí en Roma la semana pasada, incluyendo a católicos y a carismáticos: Dr. Kevin y Dorothy Ranaghan, pioneros del Movimiento Carismático Católico que el próximo año cumplirá 50 años; el teólogo católico Peter Hocken, historiador del movimiento y amigo de JUCUM por varios años, junto con amigos cercanos al Papa y líderes de las nuevas denominaciones llamadas iglesias carismáticas.

La doctrina, si bien es esencial y necesaria, pasa a segundo término, ya que es superada por las relaciones, de acuerdo con el Papa. Siguiendo el ejemplo de la relación intra-trinitaria, explica que la Trinidad no es principalmente una doctrina sino que es su realidad última. Como la realidad precede a la descripción, la relación precede a la teología. Mientras que los evangélicos se enfocan en encontrar ejemplos bíblicos para explicar algo nuevo o poco convencional y los católicos buscan precedentes en la tradición de la iglesia, el Papa Francisco está abriendo nuevos caminos al insistir en la creatividad, la novedad e incluso en las sorpresas que el Espíritu Santo puede darnos.

En palabras recientes, dirigidas a líderes católicos carismáticos, Francisco ha prestado más atención al Espíritu Santo que cualquier otro de sus predecesores. Basándose en el reconocimiento del Papa Benedicto en que la edad confesional cometió un error al querer comenzar con la doctrina y olvidar la experiencia, Francisco se refiere al movimiento del Espíritu como una corriente de gracia destinada a toda Iglesia Católica Romana y a todo el Cuerpo de Cristo.

Caminando juntos

Francisco no ve la unidad en el sentido de un retorno de otras confesiones a Roma, sino más bien una conformidad de todas las iglesias de Jesús. Excepcionalmente para ser un Obispo de Roma, éste no asume que su Iglesia está más cerca de la verdad. De hecho, él ve a la Iglesia Católica como el mayor obstáculo a la unidad de la iglesia, de acuerdo a los comentarios de un líder franciscano presente en la reunión. Por tanto, él llama a toda la iglesia a una “conversión pastoral y misionera”, así como a una reforma continua. Esto no es el trabajo de teólogos sino de los que oran. Si la unidad dependiera de los teólogos, se ha escuchado al Papa decir: “que el Señor venga primero”.

Pero de lo que habla es acerca de un “viaje de la sinodalidad” (del griego sunodos, de “sol-juntos + odos-camino). Tal camino significa caminar junto a creyentes católicos como con aquellos de otras iglesias, escuchándose y aprendiendo unos de otros; orando juntos, sirviendo juntos, estando abiertos al Espíritu Santo y tomando juntos la responsabilidad de proclamar el evangelio. Esto puede ser más fácil de expresar en palabras que de llevarlo a la práctica, Francisco reconoce.

“El camino de la sinodalidad es el camino que Dios quiere para su Iglesia en el tercer milenio”, dice el Papa argentino. “Una iglesia sinodal es una iglesia que escucha, que sabe que escuchar es mejor que oír. Donde hay reciprocidad y en donde cada uno tiene algo que aprender”.

Hermano y amigo

Algunos de los que habían visitado al Papa en Buenos Aires, cuando todavía era el cardenal Jorge Bergoglio, hablaron de la calidez con la que otros pastores de la ciudad hablaban de él. Un pastor luterano expresó entusiasmado: “Nosotros lo amamos, él siempre se arrodilla y pide oración”. Recordé a mi colega de JUCUM, Alejandro Rodríguez, diciendo cómo cuando Bergoglio era cardenal, había visitado a los jucumeros en su centro de oración, y donde antes los reclamos y discusiones doctrinales, éste les había desarmado diciendo que sólo buscaba y pedía sus oraciones.

El pastor pentecostal italiano, Giovanni Traetinno, testificó de su amistad personal con el Papa, que causó un grave revuelo entre los católicos y pentecostales al visitar la iglesia y la casa del pastor hace dos años. El principal elemento unificador en Italia, dijo, era la hostilidad a la Iglesia Católica Romana. Sin embargo, Francisco vino como un hermano, un amigo y un pastor. El Papa habló de encontrarse con sus hermanos, no los “hermanos separados”, como se ha dicho en el pasado, pero “redescubrir a los hermanos”. Su visita fue con amigos, no de manera formal y tampoco nada que ver con relativismo o compromiso. Como pastor de todos los católicos, quería pedir perdón a nombre de todos los que habían llamado a los pentecostales “locos”. El Papa habló de poner en marcha un puente hacia el archipiélago pentecostal, de donde el movimiento del Espíritu Santo dentro de la Iglesia Católica comenzó por primera vez hace medio siglo.

En una carta reciente a los líderes pentecostales, el papa escribió de “un valioso viaje del cual no hay vuelta atrás”. Era, escribió, un nuevo día en las relaciones entre los pentecostales, evangélicos y católicos, un punto de inflexión en la historia.



Hasta la próxima semana,

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